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Puntos de visita del cementerio de Polloe
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00. Introducción
Durante generaciones los cristianos han buscado mantener al difunto en el seno de la comunidad y no alejarlo. El lugar elegido era el espacio más solemne y artístico que se podía ofrecer a su memoria. La iglesia parroquial con sus capillas funerarias, sus lápidas sepulcrales bajo los pies del feligrés o su espacio perimetral era el lugar ideal para estar nosotros cerca de los ancestros y ellos próximos a su salvador.
A lo largo del siglo XVIII y con la llegada de la Ilustración se difunde entre los mandatarios la conciencia sobre los problemas de salubridad de esta práctica en el espacio intramural de las ciudades. Fue precisamente una peste extendida por Pasajes en 1781, debido al hedor que salía de su iglesia parroquial, la que motivó a Carlos III a promulgar una pragmática en 1787, repetida en años posteriores. Se pretendía prohibir tanto los enterramientos dentro de las iglesias como a su alrededor si éstas estaban dentro del recinto urbano amurallado. Las medidas chocaron con el sentimiento religioso y en San Sebastián no es hasta 1813, con la práctica destrucción de la ciudad, cuando se haga desaparecer las inhumaciones en San Vicente y Santa María y se organice el primer cementerio municipal en el barrio extramuros de San Martín. A mediados del siglo XIX será ampliado con un segundo cementerio en el cerro de San Bartolomé.
En 1864 se vio la necesidad de buscar una reubicación ya que estos dos campos santos impedían el avance urbanístico de la ciudad tras el derribo de las murallas.
Polloe, lugar elegido en 1875, respondía a las exigencias de un cementerio moderno: terreno suficientemente alejado para no estorbar el futuro crecimiento de la ciudad, susceptible de futuras ampliaciones, así como un paraje bien ventilado y a sotavento, además de ser tierra apta para la pronta consunción y disecación del cuerpo.
"…calles anchas y rectas…manzanas…bien ventiladas…con una dotación suficiente de paseos…y calles con árboles…" así podríamos describir el cementerio de Polloe pero en realidad se trata de la Memoria descriptiva del Proyecto de Ensanche de la ciudad de 1864. Se trasladó al plano del campo santo la idea que el grupo municipal había querido para la propia ciudad. En 1897 un cronista madrileño que cubría la noticia de los funerales de la marquesa de Sotomayor se refería a Polloe como un cementerio hecho a la moderna. Sus calles rectas y agrupadas, las sepulturas en manzanas, nos permiten "callejear" cómodamente al tiempo que se facilita la contemplación de cada uno de los monumentos que allí se levantan.
El arquitecto José de Goicoa Barcáiztegui realiza las trazas de esta nueva necrópolis ayudado en su ejecución por el maestro de obras Juan Muguerza. Al frente de las obras de cantería (muro) figura el cantero Francisco Eguren. A Jacinto Matheu Iroster, profesor en la escuela de Artes y Oficios, se le contrata para la talla del programa iconográfico.
La bendición del cementerio fue el 12 de agosto de 1878.
La necrópolis no está consagrada a ningún santo. El nuevo cementerio tomó el nombre de un antiguo caserío, Polloe-Enea, que ocupaba estos terrenos.
La construcción de Polloe lleva a la municipalidad a regular el traslado de los cuerpos de los antiguos cementerios de San Martín, San Bartolomé y los del parroquial de San Sebastián del Antiguo al nuevo campo santo. A mediados de siglo habían hecho su aparición los carros fúnebres y ahora su situación se reglamentaba desde el Ayuntamiento siendo esta corporación la que asignaba a un solo adjudicatario por concurso e imponía una normativa sobre el equipamiento de los carros. Se dividían en cuatro categorías estando la ornamentación sujeta a ellas.
Pronto se cubrieron las expectativas previstas en la ocupación de la moderna necrópolis. Durante la última década del s.XIX urge disponer de más sepulturas en propiedad. Se decide ocupar espacio del cementerio civil, también liberar fosas comunes así como, talar árboles para dejar espacio libre a la inminente construcción de capillas. Éstas, además de esbeltas, ocupaban hasta cinco espacios de fosas.
El problema continúa con el cambio de siglo, y para ello se hace frente a una mínima ampliación como la calle San Pedro, inexistente en el plan inicial o el llamado Grupo Concepción. Ya en 1923 se plantea la urbanización del espacio anterior al punto de inflexión de la curva. El santoral de aquellos concejales que la promueven dio nombre a sus calles: San Alfredo por Alfredo Camio, San Nicolás por Nicolás Goitia, etc. En los años treinta desaparece totalmente la barrera entre el cementerio civil y católico cubriéndose el espacio en dirección noreste.
Desde los años cuarenta y siguientes los trabajos de ampliación siguen la curva perdiéndose ya la visión directa de la Capilla.
En la terraza inferior se proyecta un espacio de nichos y catacumbas al inicio del s.XXI. Se produce un cambio de lo visto hasta este momento en Polloe: zonas verdes cubriendo espacios subterráneos de enterramientos.