Neogótico. Capilla funeraria en la que ha primado su finalidad, la ascensionalidad, inherente a su estilo y en detrimento de lo anecdótico. Las calidades y colores de los materiales inciden en lo terreno mediante sillares rústicos de tono rosáceo y en tono claro lo etéreo, aquellos elementos que tienden a la verticalidad. La variedad tonal está asociada con la tendencia modernista vista en la arquitectura urbana de la ciudad. La luz penetra al interior tamizada por coloridas vidrieras. Santa Teresa de Jesús en unión al Sagrado Corazón y San Francisco Javier con la Virgen María –Dulce Corazón de María-. Su elección sin duda obedece a una búsqueda de la salvación en el patrocinio de sus propios santos: Santa Teresa por Teresa Barcáiztegui y San Francisco Javier,  por su padre Francisco Javier Barcáiztegui. Junto a ellos las jaculatorias se hacen imagen "Corazón de mi amable Salvador, haz que arda y siempre crezca en mi tu amor" y "Dulce Corazón de María, sed mi salvación" . Esta última se convierte en reclamo en el relieve ubicado sobre el acceso al interior de la capilla.    

Luis Zappino Samaniego siguió la carrera militar de tradición familiar, su tío Enrique fue general y su padre, Federico Zappino Moreno, fue coronel de caballería. Su familia materna destacó en política pues Víctor, hermano de su madre Luisa Samaniego Soroa, destacó en política a finales del siglo XIX. Víctor llegó a ser diputado en Cortes, alcalde de la ciudad durante el periodo 1890-3 también, participó de la vida comercial e industrial donostiarra. 

María Teresa Barcáiztegui Manso, viuda de Luis Zappino, era hija de Javier Barcáiztegui de Uhagón, político fuerista, y de Carmen Manso Pérez de Tafalla, Marquesa de Llobregat. Por estos años su hermano José Javier funda la exitosa banca Barcáiztegui de la que será un directivo importante su hijo Federico Zappino.

Los Zappino Barcáiztegui era un matrimonio asiduo en celebraciones sociales. Así por ejemplo su nombre aparece en el grupo que formaría parte del cortejo de recibimiento al infante a su llegada a San Sebastián en junio de 1905. 

El 17 de octubre de 1907 el matrimonio conducía uno de los pocos automóviles de la época cuando, en un puente de Herrera, sufren un lamentable accidente. En éste muere Luis a los 39 años. Teresa en memoria de su marido levantó el Colegio y la Iglesia de San Luis Gonzaga de Herrera.